viernes, 26 de septiembre de 2008

¿Alguna vez has deseado morir?

¿Alguna vez has deseado morir? ¿Alguna vez has deseado matar? ¿Pero con tanta intensidad? Yo... yo deseé morir cuando ella me dejó. Ella era parte de mí y, cuando se fue, también se fue parte de mi vida. Amé demasiado y ella me dejó. Creo que no entendió lo que eso significaba. Yo iba a matarme, tenía la pistola de mi padre en mi frente, quería presionar el gatillo y morir. Pero luego pensé y me dije que había algo que hacer antes. ¡Sí, algo que hacer!
Fue cuando empecé a desear matar a todos. Encontré que eso me calmaba la inquietud de adentro, aplacaba mis deseos de morir, porque con cada persona que mataba, también mataba algo de mí. Siento mucho por los familiares de aquellos a quienes asesiné, lo siento mucho, pero... ¡quién mierda ensalzó el amor!
Ah... cuando supe que la policía me iba a coger, porque ya estaban cerca, muy cerca, de mí, decidí hacer algo: acabar con todo. Matar lo que quedaba de mí, matarme. Me metí un par de líneas de coca y fui a su casa. Era de madrugada, yo le había mandado un mensaje de texto diciéndole que me abriese, que era urgente que hablase con ella. Llegué, ella me recibió y me preguntó qué pasaba. Le dije que la amaba, que la amaba como a nadie en el mundo, que yo no podía vivir sin ella, que iba a morir. Ella estaba sorprendida. Yo saqué mi arma de mi casaca y le apunté en el rostro. "No puedes ser de nadie más que de mí", le dije, "si no eres mía, no serás de nadie". Ella se asustó mucho y yo quise decirle que no, que no llorara, que yo la amaba, quería besarla, quería abrazarla, protegerla de mí misma. Ella me pidió que por favor no lo hiciera, que me quería, que nunca me dejaría de querer, que yo... que ella sería siempre mi amiga. Sí, mi amiga. Por la puta madre. ¡La amaba! ¿Por qué debía ser solo su amiga?
¿Sabes qué hice? Le dije que no, que no, que ¡no! Puta, creo que su padre me escuchó gritar y bajó. Cuando me vio con el arma me dijo que no le hiciera nada a ella, que si quería, podía dispararle a él, pero no a su hija. ¿Sabes qué le dije? "No me enamoré de ti", eso le dije. Después de tanta mierda, después de tanto gritería y amenazas de que llamarían a la policía, que me pudriría en la cárcel, le puse el arma en el abdomen a ella y disparé. La maté, huevón. Estaba tan enojada porque ella me había dejado por otra, que le disparé un par de veces más cuando ya había caído al suelo. Le di un par de balazos en el rostro y en el pecho. Su padre me gritaba asesina, hasta lloraba. Su madre apareció y lloró. No se acercaron a mí porque yo tenía el arma.
La policía llegó, yo me dejé llevar por ellos y aquí estoy.
Ya no me importa vivir o morir, ya no estoy viva. Me maté en vida. No tengo razón, no tengo nada. Quisiera que alguien pudiese acabar con todo. Morir. Morir. Las palabras se repiten en mi mente. Morir, morir. No sé.
¿Alguna vez has deseado morir?

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